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viernes, 8 de agosto de 2008

ESCAPADA A LA ISLA DE TABARCA

Aprovechando el viaje a El Campello el pasado sábado 26 de julio, para asistir a una reunión de la Junta Directiva de Portadores de Antorcha, y tras compartir una exquisita fideuá preparada por Dora, visitar a la familia Peña Contreras y conocer al pequeño Josías, decidí pasar la noche del sábado en Alicante y así poder visitar al día siguiente la Isla de Tabarca, junto con Riki y algunas de las chicas que actualmente trabajan en RioVida


El domingo por la mañana, después de desayunar con Érika, Pegui y Gonzalo, éste último me acercó a La Explanada para reunirme con Riki y las chicas, comprar los billetes y subirnos al barco. El cielo estaba nublado por lo que era el día perfecto para pasarlo en Tabarca ya que en la isla no hay ni una pequeña sombra para protegerse del sol. Sobre las 10:40 y con algo de retraso, el barco se dirigía rumbo a Tabarca (también conocida como Isla Plana o Nueva Tabarca) dejando atrás el puerto, el hotel Gran Sol y el famoso castillo de Santa Bárbara.


El trayecto duró unos 45-50 minutos. Tras dejar a mano derecha el Cabo de Santa Pola en unos minutos ya se visualizaba la silueta de Tabarca, una débil línea en el horizonte. Ya llegábamos a la isla plana! 
 

Sobre las 11:30 estábamos llegando a Nueva Tabarca, y aunque el trayecto lo disfrutamos mucho, ya teníamos ganas de salir del barco y poner pié en tierra firme. Para nuestra sorpresa el cielo estaba completamente despejado, por lo que necesitábamos 'pringarnos' el cuerpo con protector solar. Para la mayoría de las chicas ésta era su primera visita a la isla.


La única playa de arena se encuentra en la zona próxima al muelle. Suele estar repleta de gente ya que es el único lugar en el que, por un precio bastante asequible, puedes alquilar unas sombrillas para así protegerte del sol. Además los restaurantes y chiringuitos están a dos pasos de la zona. Dado que nuestra intención no era sentarnos bajo una sombrilla ni tumbarnos a tomar el sol optamos por alejarnos de la playa e ir directamente a explorar la isla.


Decidimos recorrer el perímetro de la isla, con el mar y sus calas siempre a la vista. Su aspecto es muy seco y con poca vegetación. Con lo primero que nos encontramos fue con la Torre de San José, edificio cuadrado con tres plantas creado en el s. XVIII para cumplir las funciones defensivas y de vigilancia. Se dice que en el s.XIX la Torre se utilizaba como prisión del Estado, y que actualmente está ocupada por la Guardia Civil.


Unos metros más adelante, también en el centro de la isla, nos encontramos con el antiguo Faro, hoy restaurado para albergar un laboratorio biológico. Finalmente llegamos al cementerio que se encuentra en el extremo de la isla, frente al islote de la Nao. El cementerio estaba cerrado.

Durante el recorrido iban apareciendo pequeñas calas que nos invitaban a zambullirnos en sus limpísimas y casi transparentes aguas. La isla, además de ser declarada Cojunto Histórico Artístico Nacional y Bien de Interés Cultural en 1964, fue declarada Reserva Marina en 1986. La caza y pesca estan prohibidas, y sólo se puede practicar submarinismo con un permiso. Numerosas gaviotas se dejaban ver sobre las rocas. Son muchas las aves utilizan la isla en sus pasos migratorios.


Ya con ganas de probar cualquiera de las calas decidimos buscar una en donde poder relajarnos y descansar un poco después de caminar a pleno sol. Y no fué difícil encontrar una en la que prácticamente estuviéramos solas. Las calas estan formadas por arena y piedras, por lo que son algo incómodas para tumbarse... pero nosotras estabamos deseando sumergirnos en el agua y poder explorar el mundo marino desde la superficie.


Nos colocamos la máscara, el tubo y las aletas. Debió ser divertido vernos intentar caminar con las aletas puestas.. Cada una se las ingenió como pudo para caminar con ellas incluso dentro del agua. Lo más aconsejable es, una vez en el agua, tumbarse boca abajo (aunque solamente hayan 40 cms de profundidad) con mucho cuidado de no rozar ninguna roca con las rodillas (ni con la barriga) Es practicamente imposible mantenerse en pié, ya que la orilla está llena de rocas y son muy resbaladizas (y con las aletas puestas ya ni te digo..) Otro consejo: que las aletas sean de tu número y que la máscara se ajuste bien a tu cara. Sobre todo ésto último, ya que de no ser así cada dos por tres tendrás que quitarte las gafas para sacarles el agua, que te impide ver y se te mete por la naríz..


Gracias al equipamiento prestado por RioVida (así que fuera quejas) pudimos disfrutar asomándonos a un mundo desconocido pero plagado de vida.


Nosotras vimos esponjas, muchos erizos de mar pegados a las rocas y peces de distintas formas y colores. Pero la fauna es muy rica. Se pueden encontrar estrellas de mar, caracolas, cangrejos, langostas, cigarras de mar e incluso pulpos, que suelen estar ocultos en agujeros observando como van pasando los peces (meros, doradas, salmonetes, lubinas..)

Tras una segunda parada en otra de las calas, la cual compartimos con un par de nudistas, nos dirigimos hacia el pequeño poblado, pintoresco y de obligada visita. Se encuentra amurallado y tiene tres puertas de acceso: Puertas de San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Ésta última da paso a un acanatilado bajo conocido como 'El Puerto Viejo'.



Se trata de un pueblo de pescadores. Muchas de las casas se estan reconstruyendo. Y cuando no hay tantos turístas da la sensación que el tiempo se ha detenido. Los vecinos todavía mantienen la costumbre de salir a sus calles a 'tomar el fresco' cuando cae la noche.


Aunque no aparezca en ninguna foto quisiera destacar su iglésia, de estilo barroco. Sus calles, al igual que en el resto de la isla, tampoco estan asfaltadas. Se pueden encontrar un par de hostales y varios restaurantes. El precio de la habitación doble oscila entre 80 y 117 €, pero dado el reducido tamaño de la isla tampoco es necesario pasar allí la noche, ya que en apenas unas horas puedes visitarla (aunque a mi me encantaría poder disfrutar de la tranquilidad de Tabarca cuando ya todos los turistas han abandonado la isla en el último barco de la tarde.. quizás la próxima vez..)


Entre el muelle y la playa hay varios chiringuitos y restaurantes en donde se pueden saborear las delicias gastronómicas de Tabarca a base de pescado fresco, como los arroces marineros, la fideuá, la paella de marisco, el calamar de potera a la plancha, pulpo, y numerosos pescados de la zona: salmonetes, sardinas, doradas, lubinas, langostas, cigarras... Y como no el plato tradicional del archipiélago: el Caldero Tabarquí.


Pero pese a la buena pinta y el olorcito que percibíamos al pasar por los restaurantes, nosotras llevamos nuestros sandwiches en las mochilas y comimos en la primera parada que hicimos mientras recorríamos la isla. Ibamos a pasar solamente seis horas en la isla y no queríamos perder tiempo (ni gastarnos dinero) A última hora, ya en el pueblo, nos tomamos algo para refrescarnos, pero pronto nos dirigiríamos al muelle para volver a Alicante.

Al estar Tabarca tan llena de turistas es difícil imaginarse como era la vida en la isla en el S. XVIII, cuando llegaron los primeros habitantes. En 1741 el rey de Túnez invadió la isla Tabarqah, situada en el extremo noroeste de Túnez, e hizo prisioneros a sus habitantes, de origen genovés, que poco después pasaron a ser esclavos del Sultán de Argel, hasta que en 1768 fueron liberados con el pago de un rescate que aportó el rey Carlos III. Él mismo mandó levantar un poblado fortificado en la pequeña isla situada frente a Alicante, que repobló con los genoveses liberados para, entre otras cosas, frenar su uso por los piratas berberiscos que utilizaban el pequeño archipiélago como centro de operaciones de ataque a la costa levantina. Los habitantes de la isla en recuerdo de su Tabarqah natal bautizaron la isla con el nombre de Nueva Tabarca.

Debido a su fácil acceso, Tabarca es una excelente opción para pasar el día en un tranquilo espacio rodeado de calas rocosas, aguas cristalinas, restos arquitectónicos y pequeños acantilados. Un estupendo refugio para un fin de semana, sobre todo fuera de temporada, para poder apreciar más la tranquilidad y la belleza de sus paisajes.

"Tabarca, con 1800 metros de longitud y 400 de anchura, es la isla más grande de la Comunidad Valenciana y la única habitada. Este pequeño paraíso alicantino no llega a un centenar de habitantes, aunque son miles los turistas que la visitan a lo largo del año, especialmente durante los meses de verano.Sus caminos no estan asfaltados, y dado que la circulación de vehículos está prohibida, la mejor manera de desplazarse por la isla es a pié o en bicicleta. En pocas horas puede recorrerse entera visitando sus maravillosas calas, su arquitectura y su pueblo de pescadores. A pesar de que en estos meses la isla está repleta de turistas sigue siendo un lugar muy tranquilo en el que no es difícil encontrar una cala desierta para poder disfrutar de un gran silencio y tranquilidad"

Lo peor de todo fue el viaje de vuelta a Castellón esa misma tarde. Después de un día agotador me esperaban kilómetros y kilómetros de retenciones!! Un recorrido que suelo hacer en dos horas y media, esta vez lo hice en cinco.. además transportando una motocicleta en mi opel corsa!